El viernes por la mañana, después de hacer nuestros collares de castaña para celebrar el magosto, nos pusimos en marcha e hicimos un rico bizcocho con los frutos secos del otoño. Entre todos, mezclamos, batimos y... ¡Tachán! Ya estaba listo para hornear, así que lo llevamos al comedor para que Lola y Pablo lo cocinaran en el horno. Y, nos ha quedado muy rico, tanto, que nos lo comimos todo.
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